RESEÑA #80: REVELACIÓN
¡Hola, hola, hola!
Al habla Carme, después de una buena
temporadita algo (bastante) desaparecida.
Perdonadme, pero he tenido una semana de fiesta y he querido aprovecharla – lo
sé, soy un monstruo por no haber dedicado ni 10 minutillos a Blogger, pero es
complicado.
Os cuento cositas nuevas. La primera es que…
¡Me inicio con Haruki Murakami! Sí, sí, después de tanto tiempo, por fin he
decidido que va siendo hora de ponerme a ello. ¿Y con qué empiezo? Pues con Tokio Blues. Os adelanto que, de
momento, me está encantando.
Pero no me enrollo más… ¡Dentro reseña!
Título: (Éxodo 2) Revelación
Autora: Anissa B. Damon
Editorial:
Juvenil
Ámbar
Número
de páginas: 430
ISBN: 9788492687510
Precio:
17,00€
Sinopsis
No te dejes llevar por el corazón.
Sí, se dice lo contrario, se habla de lo
hermoso que puede ser dejarse arrastrar por los sentimientos, que actúe el
corazón y no la mente, pero guiarte por las emociones en un mundo donde todo
parece corrompido puede costarte mucho más que tu propia alma.
Aquí, la lealtad o el amor parecen
relativos; la inmortalidad los vuelve efímeros. Lo que hoy es hermoso, mañana
parece marchitado de modo que pensar en el futuro se vuelve inútil e
irresponsable. Solo queda la mente, la fría y calculadora mente, endurecer el
corazón y no fiarse de nada ni de nadie. Al fin y al cabo, del amor al odio… no
hay más que un paso.
Reseña de libros anteriores
Mi opinión
Lena está, cuánto menos, en un problema bien
gordo. No sólo está en una moto en dirección a sólo Dios sabe dónde. No.
Además, su compañero de viaje es un gran predador en una maldita noche sin
luna. ¿Y qué significa esto? Que va a llover la sangre como no se aleje. Para
más inri – si es que eso es posible –, no sabe nada de Liam ni de Lisange. Si
están vivos o muertos, es todo un misterio.
Sí, amigas y amigos,
Christian está a punto de convertirse en una bestia asesina y Lena no tiene ni
idea de hasta qué punto eso es cierto. Ella se acoge a que él la quiere, que
jamás le haría daño… a que todo el pitote
que están montando es por su seguridad. Pues yo no sé vosotras, ni vosotros,
chicos; pero me voy a poner muy cínica al respecto.
Viendo que la cosa se va de
madre, nuestro gran predador toma la decisión de encadenarse en una fábrica
abandonada, confiando en que el fajo de billetes que entrega a un pobre taxista
muerto de miedo sea suficiente para que se lleven a su cazadora bien lejos. Como no puede
ser de otro modo, el susodicho taxista abandona a Lena y…
¡sorpresa! Empieza
la persecución. (Lena VS Christian. Hagan sus apuestas).
Gracias a lo que queráis – y, de lo contrario,
gracias a la suerte –, Gareth aparece en el momento justo. El cazador, anfitrión de
la casa a la que nuestro gran predador llevaba a Lena, consigue sacudirse de
encima a Christian, no sin antes llevarse unos cuantos golpes.
Por fin ha llegado el momento en que me he
puesto al día con lo que ya había leído. Debo reconocer que estoy contenta. La
experiencia ha vuelto a ser maravillosa, aunque sigo colérica con nuestro
Christian, por supuesto. Ya dije en la reseña de la entrega anterior que
merecía cosas terribles y… ¡sorpresa, sorpresa! Lo sigo pensando.
La llegada a casa de Gareth
no es precisamente utópica. Una niña pequeña, con los ojos totalmente blancos y
unas extrañas hebras cruzándolos, no para de gritar que ella, nuestra cazadora
enamorada, matará a Christian Dubois. Comentarios a los que, por supuesto, todo
el mundo hace oídos sordos y es que
nuestros nuevos cazadores, Gareth y Gaelle, no quieren ni oír hablar de las
atrocidades que una recién nacida en semejante mundo podría o no cometer.
Sin embargo, eso no tranquiliza a Lena. Valentine
– que así se llama la niña – es la segunda persona que vaticina semejante desastre.
¿Tal vez haya algo de verdad en las palabras que todo aquel que no quiere
protegerla augura? ¿Y si es verdad que ella va a matar al amor de su vida? ¿Y
si él al final le da un motivo para querer hacerlo?
No puedo decir
mucho más sin empezar a despotricar – porque pienso hacerlo –, aunque no quiero
dejar de añadir dos cositas más. La primera es que Valentine es un grano en el
culo. Sin más. Es un personaje que, desde luego, consigue generar un clima
claustrofóbico y de talante siniestro. Esa pequeña gran predadora – menuda
ironía – es un maldito monstruo.
La segunda es
que, pese a lo que podáis pensar, a mi juicio Hernan Dubois es un personaje
sencillamente maravilloso. No
porque de golpe sea bueno. ¡Todo lo contrario! Es tan retorcido, tan mezquino, que no puedo
dejar de sentir verdadera fascinación por su forma de hacer las cosas.
¿Queréis un incentivo para leer el libro? ¿Sí?
¿Qué tal si os digo que Christian vuelve a la Ciudad para saber si Liam y Lisange
están bien y, de golpe, todo cambia? ¿Se os quedan los dientes largos?
Y
ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler
Soy muy fan de
las historias que rompen el corazón en mil pedazos. Lo soy, porque me encanta
esa sensación de que te falte el aire mientras lees, esa en la que no sabes
cuánto tardarán las lágrimas en caer. Esa en la que crees que te rompes con
unas pocas palabras. Y eso es lo que nos brinda Anissa B. Damon. Dije en mi entrada anterior que se notaba que
empezaba su carrera como escritora, al igual que dije que la prosa prometía
mejorar. Pues bueno, expectativas cumplidas. Nuestra autora consigue pulir esos diálogos
que a mí a veces se me quedaban cojos, convirtiéndolos en una verdadera
delicia.
No miento cuando digo que he devorado todas y
cada una de las palabras de este libro. La historia de Lena de Cote puede no ser la más innovadora,
puede caer en tópicos… pero es preciosa. Preciosa porque nos habla de algo que
quema, que mata y rompe. De algo que es malo por sí mismo, aunque nuestra
cazadora todavía no lo sepa.
Decía en la zona libre de spoilers que suceded
algo, ¿sí? El
hecho de que Christian vuelva a la Ciudad, dejando a Lena sola con la niña
diabólica y el resto de la familia fue, a mi juicio, un soplo de aire fresco.
Eso no
significa que despreciara sus apariciones. Dubois es un orador nato, un
desgraciado que consigue que te creas todo lo que se sale de esa boquita que se
gasta; y es precisamente por eso que, gracias a su desaparición, pude apreciar
matices que la primera vez que leí la novela me pasaron desapercibidos.
La partida de
Christian comporta que Lena deba aprender a vivir sola, sin nadie en quien
apoyarse realmente, más allá de la presencia conciliadora de Gareth.
Así, la
aparición de Jerome, ese chico que parece un simple humano, le hace los días
más… amenos.
¿Qué queréis que os diga? Yo adoré a ese
chico. Quiero decir, se ve a la legua que no es una persona normal, un humano
con tendencias suicidas que se acerca a alguien potencialmente peligroso. No. Ocultaba
algo. Turbio, por supuesto. ¡Y vaya susto! Nada más y nada menos que un
guardián. Lena tiene una lista de contactos envidiable, ¿eh?
Hablando de
guardianes, no sé qué pensar de Reidar. Todo ese rollo del arrepentimiento me
huele a mentira. Pero no quiero centrarme en aspectos relativamente banales – para eso tenemos los comentarios, ¿no? Para
desmenuzar el libro trocito a trocito –. Quiero hablar con detalle de la proposición (indecente) de Hernan. No es que yo quiera darle lecciones de moral a nadie pero,
vamos a ver, una persona que deja claro su desprecio por todo aquel que no sea
un gran predador… No hay que tener muchas luces para saber que eso iba a acabar
mal.
Pese a todo, atesoré cada
momento que compartieron. No buscaba romanticismo, compasión o dudas.
Sencillamente, me gustó ver como dos personas tan diferentes podían colaborar
por una causa ajena a ambos y, pese a todo, compartida.
El mayor problema, a la vez
que lo más fascinante del libro, es Christian Dubois. Un gran predador con una
personalidad arrolladora y una capacidad impresionante para agenciarse
enemigos. No sólo tiene en su contra a la familia de Cote, sino que, además,
Jerome quiere su cabeza. Y yo también, ya que estamos. No hay forma humana de justificar
semejante barbarie. Analicemos detenidamente su modus operandi. Aparece en un momento delicado para Lena y,
prácticamente por amor al arte,
decide ayudarla. No satisfecho con eso, se acerca lo suficiente a ella como
para que la muy idiota se enamore y, curiosamente, no pueden tocarse sin que el
contacto les queme. ¿Casualidad? Claro que no. Todo tenía una maldita
explicación, una razón de ser que pesa tanto, ¡tanto!, que no tiene perdón.
Me fascina el
prólogo de este segundo tomo, de hecho me resulta arrollador; sin embargo, me
gusta aún más cómo acaba la novela. Esas pocas palabras que, sin embargo,
significan mucho más de lo que podemos llegar a pensar. Ya no es tanto el hecho de que Liam perteneciera al Ente, o
que Jerome quiera matarla para acabar con el problema de una vez por todas. No
importa que Elora sea un monstruo oportunista y Hernan un maldito loco. No
importa, porque algo mucho mayor, algo inmenso, lo eclipsa.
El amor, que no
es más que una asquerosa mentira, una utopía que confecciona nuestra pequeña
cazadora, basándose en conceptos tan dulces como el perdón y los sentimientos. Me rio. Me rio una y mil veces, porque hasta yo me lo creía
todo. Me encantaban las confesiones de nuestro gran predador, el modo cómo ella
describía sus miradas, sus silencios y sus caricias. Me encantaban, porque me
hacían pensar que aún había esperanza para él, para ellos. Hasta que el muro
cayó.
Y el muro, por fin, cayó ante mis ojos.
No quiero decir qué es exactamente lo
que esto significa, porque quiero que leáis el libro – y ya tendré la tercera
reseña para decirlo una y mil veces –, pero sí quiero decir una cosa: no voy a
perdonarlo. No puedo. Es un monstruo. Y merece la muerte.
Con todo, Revelación es una segunda
parte que supera, y con creces, a su predecesora. Las idas y venidas de
nuestros personajes, así como las nuevas incorporaciones, hacen de este libro
una delicia. Me muero por saber cuál será el apoteósico final que nos tiene
preparado Anissa B. Damon.
Nota:
4,5/5
Citas
(…)
Escuchar que alguien hace cosas malas e
intentar ignorarlo, te hace igualmente responsable de sus acciones. Contemplar
cómo causa daño y no mover un solo dedo por evitarlo, te convierte en un
monstruo.
(…)
(…)
Lo único que me consolaba, si se puede decir
así, era el dolor que sentía al recordarlo inerte. Era mil veces más soportable
echarle de menos sabiendo que él continuaba en alguna parte, a salvo de mí, que
arriesgarme a ver cómo desaparecía para siempre.
(…)
(…)
-Mis amigos son mi familia. No creo que
ese nombre deba referirse únicamente a lazos de sangre.
(…)
(…)
Somos defectuosos, imperfectos y, aun así,
orgullosos. Pensamos que las cosas van a ser para siempre. Que somos
invencibles y que, por ello, lo que nos rodea también lo es. Y sin embargo, un
buen día nos despertamos y descubrimos nuestro engaño, que el ayer duele y que
el mañana ya no existe. Ya no hay un <<nosotros>>, tan solo una
angustiosa y demoledora sensación de soledad que te arrastra hasta los abismos
más profundos de tu ser. A lugares oscuros y deprimentes que ni siquiera sabías
que existieran dentro de ti.
(…)
(…)
-No hay miedo en ellos – siguió él –, no
hay vacilación. Solo la seguridad de estar en la cima del mundo, de controlar
su existencia sin temor a nada, ni de nadie. Celosos protectores y dueños de su
territorio. Privilegiados, sin defectos que los marquen. Grandes Predadores,
Lena, la cumbre de la cadena alimenticia de este mundo.
(…)
(…)
-¿CREES QUE SOY ASÍ? ¿DE VERDAD PIENSAS
QUE HE PRONUNCIADO ANTES LAS PALABRAS QUE TE HE DEDICADO A TI TODO ESTE TIEMPO?
¡Parezco un necio porque cuando hablo de lo que siento por ti, soy incapaz de
pensar! ¡Las palabras vienen a mis labios de algún lugar que no puedo
reconocer! ¡SOY UN GRAN PREDADOR, LENA! ¡LA ÚLTIMA CRIATURA DE LA QUE EL MUNDO
ESPERARÍA OÍR ALGO SEMEJANTE, PERO POR TI, LENA, POR TI ME HUMILLO Y MUCHO MÁS!
– Me miró de forma intensa y dolorida –. Si tontas palabras de amor es todo
cuanto puedo darte – su voz sonaba turbada –, entonces toma de mí tantas como
desees. Tómalas y déjame besarte.
(…)
(…)
-Yo soy tú, de tal manera que sin ti no
existo y ansío con demasiado fervor que tú seas yo, a pesar de todo lo malo que
eso conlleva – su voz era la más sincera que le había escuchado en meses –. Así
será por toda la eternidad si tú quieres.
(…)
(…)
Le amaba, juro por encima de cualquier cosa en
este mundo que yo lo amaba, que cada miserable milímetro de mi corazón le
pertenecía, pero a veces el amor no es suficiente.
(…)